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martes, 31 de julio de 2012

Capítulo doce


“¡Hola Zayn! Gracias por lo de anoche, fue realmente genial…” Borrar. Otra vez. “Hey, ¿qué tal? Solo quería decirte que ayer lo pasé genial contigo…” Borrar. “Zayn, lo pasamos genial ayer, de verdad. Gracias. Y respecto a lo del beso…” Borrar. No, mejor no decir nada sobre el beso. Bueno, tampoco fue un beso beso, pero claro, a saber cómo lo había interpretado él. 
Me quedé allí, sentada a la mesa del comedor, con la taza de mi desayuno aun delante, sosteniendo el teléfono entre mis manos y pensando en algo que pudiera escribirle para asegurarme de que no estaba enfadado, de que todo iba bien, de que no le había sentado mal el beso, o lo que sea que fue aquello. Pero no se lo quería preguntar directamente. “Hola Zayn, quiero que sepas que me gustas muchísimo y que anoche te besé porque te quiero, ¿vale? Espero que no te molestara, fue un impulso. Podemos vernos cuando quieras, tú sólo llámame, a no ser que te parezca que soy una loca psicópata, claro, en ese caso mejor será que llames a la policía, o a un médico, o no sé.” Quedaba fatal. No podía enviarle eso.

- Alison, cielo, recoge la mesa – mi madre entró en el comedor, interrumpiendo el hilo de mis pensamientos. - ¿Aun sigues en pijama? Ya son las doce. ¿No piensas hacer nada?
- Sí, mamá, perdona – me guardé el teléfono y me retiré de la mesa, cogiendo la taza de Minnie Mouse que compré en Disneyland y que usaba siempre para desayunar.

Me dirigí a la cocina y fregué la taza. Teníamos lavaplatos, pero de repente tenía muchísimas ganas de hacer cosas, de ponerme en marcha y de mantener la mente ocupada. Así no pensaría en Zayn, ni en la noche anterior, ni en que había conocido a One Direction, ni… Mierda. Estaba haciéndolo otra vez.

Cuando acabé de fregar, fui a mi habitación e hice la cama. Recogí la ropa que se encontraba desperdigada por el suelo y por las estanterías. Limpié, pasé la aspiradora por la moqueta y recogí mi cuarto de baño. Ordené los libros por tamaños, saqué el uniforme, puse el despertador para el día siguiente y preparé la mochila con los libros que iba a necesitar. Dejé fuera matemáticas y acabé las actividades que nos habían mandado. ¿Estaba estudiando? Nunca lo hacía. Es decir, estudiaba, pero nunca cuando no tenía exámenes cerca y no era el caso. Los exámenes empezaban la semana siguiente. Me acerqué al calendario de Nueva York que colgaba de mi pared y conté los días que quedaban para finalizar el curso. Tres semanas, sin contar sábados y domingos, quince días. Sólo quince días de clase. Sonreí y volví a mi mesa de estudio. Comprobé mi agenda y los exámenes que tenía. Tomando una decisión expontánea, cogí todos los libros y los puse en orden de examen, es decir, Biología  arriba del todo porque tenía examen al lunes siguiente, luego Español, Inglés, Matemáticas y al final Física y Química, el último de la semana. Normalmente cuando me disponía a estudiar estaba cansada y me horrorizaba pensar en toda la materia que debía aprenderme. Pero aquel día abrí el libro de Biología y sonreí, comenzando a leerme el tema. Seguiría así hasta memorizarlo. No me costaría mucho, se me daba bastante bien memorizar, creo que escuché decir una vez decir al médico que me faltaba bastante poco para tener memoria fotográfica. Teniendo en cuenta que tenía que estudiar cinco temas, me llevaría aprendérmelos el resto del día. Pero no me importó, porque, no había nada mejor que hacer.


Al día siguiente, en clase.

- Psssst. – susurré. – Pssssssssst. – insistí, al no obtener respuesta. Por fin Alison me miró y se encogió de hombros, intentando conocer el motivo por el cual la llamaba.
Garabateé en un papel “¿De verdad estás prestando atención? No me lo puedo creer, ¡tú no eres Ali! Va, no, ¿qué hiciste ayer? No diste señales de vida” y se lo lancé, con cuidado, aunque el profesor de Física seguía escribiendo sus infinitas fórmulas en la pizarra y no nos prestaba atención.
Mi amiga cogió el papel al vuelo, lo desenrolló con una muy ensayada táctica, sin hacer ruido, rió y escribió por detrás. No tenía muy buena puntería, así que recurrió a Simon, el chico que se encontraba en medio de nosotras, y le dio la notita, que me pasó a mí sin mucho interés. La desdoblé sobre mi pupitre y leí “Perdóname Lauren, me he convertido en una chica aplicada. Te diría que ayer me pasé el día estudiando pero como no es propio de mí no me creerás. Luego hablamos, hay cosas que contar.”

Me resigné y guardé el papel en el doble fondo de mi estuche de Jack Wills. Aguardé impaciente a que pasarán las dos siguientes horas, tomando apuntes cuando lo creí necesario, pero sin apartar la vista de mi amiga. Cuando por fin tocó el timbre que indicaba el recreo me abalancé sobre su mesa, asustándola. Me reí.

- ¿Qué pasa? Llevo desde el sábado sin hablar contigo. Desapareciste con Zayn en el portal de tu casa y no me contaste nada.
- Shh – me chistó ella, comprobando que nadie había oído que decía ‘Zayn’. Puse los ojos en blanco – Pues pasaron cosas. – dijo, haciéndose la interesante.
- Está bien, si tú no hablas, yo tampoco lo haré.
- Ni  yo. – Sophie se aproximó a nosotras. – Tengo mucho que contaros.
- ¡Es cierto! Te fuiste con Harry. – dije, recordando de repente, y bajando la voz para que nadie lo escuchara. – Pues a hablar se ha dicho.
Bajamos juntas al patio y me puse de frente a ellas una vez llegamos a nuestra ventana.
- ¿Y bien?

Sentada en el poyete, observando a Lauren.

Miré a Alison y comprobé que no quería ser ella la que empezara a hablar. Supuse que debía hacerlo yo. Pero aquel no era el sitio adecuado. No iba a hablarles del divorcio de mis padres en el patio del recreo. No porque no quisiera que se enterara nadie, me daba exactamente igual que alguien lo escuchara, era más bien por mis lágrimas, que tenían tendencia a salir cuando tocaba ese tema. Así que miré a Lauren y le sonreí.
- Oye, estoy segura de que las tres tenemos cosas interesantes que contarnos, pero este no es ni el sitio ni el momento. ¿Qué os parece si venís a mi casa esta tarde?
Ambas asintieron, conformes. Ninguna puso pegas. Claro, ellas pensaban que tenía que contarles alguna clase de aventura romántica que tuve con Harry, porque no tenían ni idea de que de aventura tuvo más bien poco. Romanticismo si hubo algo. O quizás era solo amistad. Me sonrojé y agaché la cabeza, fingiendo que me limpiaba la falda del uniforme. “No pasó nada entre Harry y tú. Sólo fue amable. Igual que Kurt, con el que tampoco pasó nada”, me repetí, como llevaba haciendo estos dos días. Ya no sabía ni qué sentía.

El timbre sonó y volvimos a las clases. No estaba en todas con mis amigas puesto que había escogido optativas diferentes, pero en las que sí estábamos juntas, ninguna volvió a tocar el tema del sábado noche. Cuando sonó el timbre a las tres, quedé con ellas a las cinco en mi casa y me subí al coche de mi padre. Puse mis pensamientos en orden, una vez más, repasando lo que tenía que decir a mis amigas en mi cabeza. “Todo irá bien”, me dije.


Tres horas más tarde, en la habitación de Sophie.

Una de mis manos se encontraba sujetando la de Sophie y la otra apoyada en mi regazo. Las tres estábamos sentadas en la suave alfombra lila que adornaba el suelo de la habitación de nuestra amiga. Respiré hondo dos veces, tratando de asimilar todo lo que acababa de contarnos. El divorcio de sus padres, la huida de su madre, sus problemas con la comida, su aislamiento de todo, incluso nos había pedido perdón, unas seis veces, por no contárnoslo antes y por haberse distanciado de nosotras sin dar explicación. Ahora nos miraba a Alison y a mí, con los ojos enrojecidos, pero sonriendo. Como si le hubieran quitado un gran peso de encima.
El silencio que reinaba entre las tres sólo se veía interrumpido por los silenciosos sollozos de Alison. Tenía el rostro enterrado en sus manos y se podía apreciar cómo sus hombros subían y bajaban aceleradamente, al ritmo de su entrecortada respiración. Me concentré en el silencio, intentando dejar la mente en blanco. Yo no solía llorar. Nunca lo hacía. Ni viendo películas, ni cuando me caía haciendo skate, ni cuando me rompía huesos (que no había pasado pocas veces), ni cuando me peleaba con mi madre. Había crecido al lado de un hermano mayor al que le habían enseñado a no derramar lágrimas. Supuse que aprendí de él. Era fuerte. Con esto no quiero decir que no tenga sentimientos, los tengo, claro, pero no suelo mostrarlos a la gente. Es la forma más fácil de mostrar tus puntos débiles, de que te hagan daño. Aunque debo admitir que hubo ocasiones durante la historia de Sophie en las que tuve que cerrar los ojos para evitar que las lágrimas se derramaran por mis mejillas.

- Sophie, no sé que decir. – empecé, rompiendo el silencio, que comenzaba a volverse incómodo. – Primero que no tienes que disculparte. Nos lo has contado cuando te has visto preparada para ello. Entiendo que se lo contaras a Harry, porque sentías la necesidad, y ni siquiera sé cómo no se lo contaste al primero que encontraste al salir de casa, no sé cómo has podido aguantar tanto tiempo con esa historia dentro. – Tomé aire y continué hablando. – Gracias por confiar en nosotras. Estamos aquí para apoyarte, en todo, siempre. No te olvides, ¿vale? – me acerqué a ella y la abracé, intentando decirle con un gesto todo lo que no me salía con palabras.
- Y que te queremos. Mucho, de verdad. No te mereces esto, pero claro, no lo has elegido tú. Saldrás de esto, con nuestra ayuda, te lo prometo. – Alison miró por fin a Sophie y le dedicó una sonrisa sincera, y después se abrazaron.
- Gracias, de verdad. No sé cómo he conseguido llegar aquí sin vuestra ayuda. Sois las mejores, gracias por escucharme y bueno, por todo. – Nos dijo.
- ¡Y yo que pensaba que mi beso con Zayn era algo importante para contar! – Alison rió, una vez desapareció la tensión del ambiente.
- ¿Cómo? ¡Cuenta eso! – la urgió Sophie, dejando el tema de sus padres a un lado.
- Oye, es cierto, y yo también quiero contaros lo de Niall.

Y comenzamos a hablar de todo eso, a reírnos, a intervenir en las historias cuando era necesario. Acabamos la tarde entre abrazos y enhorabuenas por lo que habíamos hecho. Cuando llegué a mi casa y me puse el pijama, después de rememorar todo lo ocurrido en casa de Sophie, me di cuenta de que me sentía mucho más unida que nunca a esas dos idiotas a las que tengo el placer de considerar mis mejores amigas.


1 comentario:

  1. NEXT! Creo que todavía queda mucho por descubrir ADFGHFHJSAG , Me gusta, me gusta :3 @MissImperfect5, avísame.

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