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martes, 24 de abril de 2012

Capítulo tres


Tres horas más tarde, de camino al pabellón.

-Alison, sujeta un momento la pancarta – se la di y un poco de purpurina calló al suelo. Saqué mi teléfono y abrí twitter: “Llegando al concierto. Nuestros sueños van a hacerse realidad hoy”.  – Ya, devuélvemela – le pedí.
-Ahora sí que no me lo creo, Lauren, no me lo creo. – Alison tomó aire y sonrió mostrando sus perfectos dientes.  – A ver, estírate la camiseta, si no, no se lee lo que hemos escrito – me dijo, colocándomela. En mi camiseta ponía ‘One’ y en la suya ‘Direction’ y habíamos escrito los nombres de los chicos y letras de sus canciones. La verdad es que nos habían quedado muy bien.
- ¡Yo tampoco me lo creo, esto es muy fuerte! – grité, abrazándola.
- ¡Cuidado, la pancarta! – me dijo, separándose de mí. La abrió y la miramos, satisfechas. Tenía fotos de ellos y dibujos de zanahorias, cucharas y las banderas de Londres e Irlanda. ‘Is EVERYTHING about YOU’ se leía en el centro. – Nos ha quedado genial, no es momento de estropearla- lo dijo muy seria, pero al momento se rió.
Aun nos quedaban varios metros para llegar al recinto, pero ya escuchábamos los gritos de la gente. Cogí a mi amiga de la mano y echamos a correr.  Llegamos medio asfixiadas a la cola, una cola larguísima de gente de todas partes, con la cara pintada y carteles fluorescentes, que cantaban y hablaban emocionados.

- ¡Mira quién está ahí, Lauren! – Alison me soltó la mano y corrió a abrazar a un grupo de chicos que nos hacían señas con las manos y gritaban. Sonreí al reconocerlos. Eran nuestros amigos de twitter.
Les abracé también y nos hicimos fotos, hablamos emocionados y nos dijeron mil cosas que teníamos que decirles a los One Direction cuando los tuviéramos delante. Pasada media hora les dijimos que debíamos irnos a la parte trasera para acceder a nuestros sitios VIP. En realidad me sentía un poco arrogante diciendo eso, no quería dar la impresión equivocada de ser una niña malcriad. Pero bueno, ellos sabían toda la historia de cómo conseguimos nuestros tickets.
Nos despedimos, y Alison me miró, con los ojos llenos de lágrimas.
-Eh, venga, no llores tía. – le acaricié su bonito pelo rubio, que brillaba gracias a los últimos rayos de sol.
- Son lágrimas de alegría.- respiró hondo y continuó. - No sabes las ganas que tenía de verles, vienen de lejos y bueno, es una suerte que estén aquí.
- También es una suerte que lo estemos nosotras – le recordé y ambas nos reímos.

Ya estábamos en la parte de atrás. Allí también había gente, pero mucha menos. El corazón me latía más rápido de lo normal y no entendía cómo Ali no escuchaba mis latidos acelerados. Cantamos para matar el tiempo, me temblaba la voz. Yo no era de las que se ponía nerviosa, pero aquella situación podía conmigo. A las nueve menos cuarto un manager abrió la puerta y nos pidió las entradas, que miró y rompió, para después devolvérnoslas y dejarnos pasar. La sonrisa ya no me abandonaba.
Abrí twitter de nuevo, justo delante del escenario e hice una foto y escribí: “Los sueños se cumplen. Listas para disfrutar de la mejor noche de nuestras vidas”.
Una pantalla justo detrás del escenario se encendió, mostrando una cuenta atrás desde los quince minutos. Agarré a Alison de la mano y se la apreté con fuerza. Habría gritado si hubiera tenido voz para ello.

El pabellón abrió la puerta principal y se fue llenando poco a poco de gente que corría, gritaba e intentaba buscar sus asientos en las gradas o acceder a la primera fila en pista. Creí ver la melena rubia de Sophie y pensé gritar su nombre, pero no lo hice porque dudé que fuera a escucharme con todo el ruido. Cada vez se escuchaban más gritos. La emoción podía tocarse con la yema de los dedos. Grité yo también, y salté, sin soltar la mano de mi amiga.
- ¡Mira! – me gritó, intentando hacerse oír, señalando a la pantalla. La cuenta atrás estaba terminando.
- ¡Diez! – gritó todo el público. - ¡Nueve! – Alison y yo nos unimos a ellos, cada vez más emocionadas. - ¡Ocho, siete, seis, cinco, cuatro, tres… – dos tímidas lágrimas asomaron por mis párpados, pero no dejé de sonreír – …dos, uno …!
Todo el pabellón contuvo la respiración durante un último segundo, en el que miles de flashes intentaban capturar ese 00:00 que nos alumbraba ahora. Los números desaparecieron, dejando en su lugar unas palabras que leyó una voz en off y a las que todos nos unimos: One band, one dream, One Direction.

Y salieron, como de la nada, a la vez que los focos se encendían para iluminarles. 
Nuestros cinco ídolos sonrieron y comenzaron a cantar.


Dos horas más tarde, en el backstage

Ni Lauren ni yo podíamos hablar. En parte porque estábamos un poco afónicas y en parte porque reseguíamos intentando asimilar lo que acabábamos de vivir. El mejor concierto de nuestras vidas. Quería retener cada segundo en mi mente. Sus sonrisas, sus ojos, su ropa, sus bailes, sus voces, sus palabras, los chistes que habían hecho. La energía con la que cantaron ‘Tell me a lie’, la felicidad en sus voces durante ‘What Makes You Beautiful’ y ‘One Thing’, los saltos y sus sonrisas en ‘Up All Night’, la delicadeza y las armonías de ‘More Than This’ y cómo mis ojos se llenaron de lágrimas durante ‘Moments’. Lauren además aseguraba que nos habían señalado durante ‘Gotta Be You’ pero creo que había añadido un poco de fantasía a esa parte.
No podía quitarme sus rostros de la cabeza. Tampoco quería. Los habíamos tenido muy cerca y estábamos a punto de tenerlos más aun. Nos habían hecho reír, llorar, gritar, bailar. Creo que podía afirmar con toda seguridad que había sido la mejor noche de mi vida. Y no había hecho más que empezar.

- ¡Oh, mierda! –Lauren golpeaba su cámara de fotos. - ¡Vamos, joder, funciona!
- Eh, eh, ¿qué pasa? – me acerqué a ella y me senté a su lado.
- Se le ha acabado la batería. No me lo puedo creer. – me enseñó la cámara, apagada.- ¡Menuda mierda! Justo ahora, qué asco… fue a lanzarla contra el suelo, pero la paré.
- Tranquilízate. Yo tengo la mía. No rompas la tuya porque tienes todos los vídeos dentro. Has grabado todo el concierto, normal que se te haya acabado. – pasé un brazo alrededor de su cuello, aplastando su pelo castaño.
Lauren suspiró, se deshizo de mi brazo y guardó su cámara en la bolsa. Se peinó con los dedos, nerviosa. Éramos las últimas para entrar a conocerles. La puerta del camerino se abrió por fin y un hombre corpulento se asomó por ella. Nos sonrió.
- Ya podéis entrar, chicas. Tenéis veinte minutos.
Lauren se levantó de un salto y tiró de mí hacia arriba. Nos reímos y avanzamos hasta atravesar la puerta.

Y allí estaban esos cinco chicos perfectos, de pie frente a un sofá, mirándonos con una amplia sonrisa.

2 comentarios:

  1. Creo que casi me muero, has clavado todas las emociones de las chicas. Me has hecho emocionarme a mí, incluso tengo una sensación en el estómago, como si la que los fuera a conocer fuese yo:0

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