Tres horas más tarde, de camino al pabellón.
-Alison, sujeta un momento la pancarta – se la
di y un poco de purpurina calló al suelo. Saqué mi teléfono y abrí twitter: “Llegando al concierto. Nuestros sueños van a hacerse realidad hoy”. – Ya, devuélvemela – le pedí.
-Ahora sí que no me lo
creo, Lauren, no me lo creo. – Alison tomó aire y sonrió mostrando sus
perfectos dientes. – A ver,
estírate la camiseta, si no, no se lee lo que hemos escrito – me dijo,
colocándomela. En mi camiseta ponía ‘One’ y en la suya ‘Direction’ y habíamos
escrito los nombres de los chicos y letras de sus canciones. La verdad es que
nos habían quedado muy bien.
- ¡Yo tampoco me lo creo,
esto es muy fuerte! – grité, abrazándola.
- ¡Cuidado, la pancarta! –
me dijo, separándose de mí. La abrió y la miramos, satisfechas. Tenía fotos de
ellos y dibujos de zanahorias, cucharas y las banderas de Londres e Irlanda.
‘Is EVERYTHING about YOU’ se leía en el centro. – Nos ha quedado genial, no es
momento de estropearla- lo dijo muy seria, pero al momento se rió.
Aun nos quedaban varios
metros para llegar al recinto, pero ya escuchábamos los gritos de la gente.
Cogí a mi amiga de la mano y echamos a correr. Llegamos medio asfixiadas a la cola, una cola larguísima de
gente de todas partes, con la cara pintada y carteles fluorescentes, que cantaban
y hablaban emocionados.
- ¡Mira quién está ahí,
Lauren! – Alison me soltó la mano y corrió a abrazar a un grupo de chicos que
nos hacían señas con las manos y gritaban. Sonreí al reconocerlos. Eran
nuestros amigos de twitter.
Les abracé también y nos
hicimos fotos, hablamos emocionados y nos dijeron mil cosas que teníamos que
decirles a los One Direction cuando los tuviéramos delante. Pasada media hora
les dijimos que debíamos irnos a la parte trasera para acceder a nuestros
sitios VIP. En realidad me sentía un poco arrogante diciendo eso, no quería dar
la impresión equivocada de ser una niña
malcriad. Pero bueno, ellos sabían toda la historia de cómo conseguimos nuestros tickets.
Nos despedimos, y Alison
me miró, con los ojos llenos de lágrimas.
-Eh, venga, no llores tía.
– le acaricié su bonito pelo rubio, que brillaba gracias a los últimos rayos de sol.
- Son lágrimas de alegría.- respiró hondo y continuó. - No sabes las ganas que tenía de verles, vienen de lejos y bueno, es una suerte
que estén aquí.
- También es una suerte
que lo estemos nosotras – le recordé y ambas nos reímos.
Ya estábamos en la parte
de atrás. Allí también había gente, pero mucha menos. El corazón me latía más
rápido de lo normal y no entendía cómo Ali no escuchaba mis latidos acelerados.
Cantamos para matar el tiempo, me temblaba la voz. Yo no era de las que se
ponía nerviosa, pero aquella situación podía conmigo. A las nueve menos cuarto
un manager abrió la puerta y nos pidió las entradas, que miró y rompió, para
después devolvérnoslas y dejarnos pasar. La sonrisa ya no me abandonaba.
Abrí twitter de nuevo,
justo delante del escenario e hice una foto y escribí: “Los sueños se cumplen.
Listas para disfrutar de la mejor noche de nuestras vidas”.
Una pantalla justo detrás
del escenario se encendió, mostrando una cuenta atrás desde los quince minutos.
Agarré a Alison de la mano y se la apreté con fuerza. Habría gritado si hubiera
tenido voz para ello.
El pabellón abrió la
puerta principal y se fue llenando poco a poco de gente que corría, gritaba e
intentaba buscar sus asientos en las gradas o acceder a la primera fila en
pista. Creí ver la melena rubia de Sophie y pensé gritar su nombre, pero no lo
hice porque dudé que fuera a escucharme con todo el ruido. Cada vez se
escuchaban más gritos. La emoción podía tocarse con la yema de los dedos. Grité
yo también, y salté, sin soltar la mano de mi amiga.
- ¡Mira! – me gritó,
intentando hacerse oír, señalando a la pantalla. La cuenta atrás estaba
terminando.
- ¡Diez! – gritó todo el
público. - ¡Nueve! – Alison y yo nos unimos a ellos, cada vez más emocionadas.
- ¡Ocho, siete, seis, cinco, cuatro, tres… – dos tímidas lágrimas asomaron por
mis párpados, pero no dejé de sonreír – …dos, uno …!
Todo el pabellón contuvo
la respiración durante un último segundo, en el que miles de flashes intentaban
capturar ese 00:00 que nos alumbraba ahora. Los números desaparecieron, dejando
en su lugar unas palabras que leyó una voz en off y a las que todos nos unimos:
One band, one dream, One Direction.
Y salieron, como de la
nada, a la vez que los focos se encendían para iluminarles.
Nuestros cinco
ídolos sonrieron y comenzaron a cantar.
Dos horas más tarde, en el backstage
Ni Lauren ni yo podíamos
hablar. En parte porque estábamos un poco afónicas y en parte porque
reseguíamos intentando asimilar lo que acabábamos de vivir. El mejor concierto
de nuestras vidas. Quería retener cada segundo en mi mente. Sus sonrisas, sus
ojos, su ropa, sus bailes, sus voces, sus palabras, los chistes que habían
hecho. La energía con la que cantaron ‘Tell me a lie’, la felicidad en sus
voces durante ‘What Makes You Beautiful’ y ‘One Thing’, los saltos y sus
sonrisas en ‘Up All Night’, la delicadeza y las armonías de ‘More Than This’ y
cómo mis ojos se llenaron de lágrimas durante ‘Moments’. Lauren además
aseguraba que nos habían señalado durante ‘Gotta Be You’ pero creo que había
añadido un poco de fantasía a esa parte.
No podía quitarme sus
rostros de la cabeza. Tampoco quería. Los habíamos tenido muy cerca y estábamos
a punto de tenerlos más aun. Nos habían hecho reír, llorar, gritar, bailar.
Creo que podía afirmar con toda seguridad que había sido la mejor noche de mi
vida. Y no había hecho más que empezar.
- ¡Oh, mierda! –Lauren
golpeaba su cámara de fotos. - ¡Vamos, joder, funciona!
- Eh, eh, ¿qué pasa? – me
acerqué a ella y me senté a su lado.
- Se le ha acabado la
batería. No me lo puedo creer. – me enseñó la cámara, apagada.- ¡Menuda mierda!
Justo ahora, qué asco… fue a lanzarla contra el suelo, pero la paré.
- Tranquilízate. Yo tengo
la mía. No rompas la tuya porque tienes todos los vídeos dentro. Has grabado todo el concierto, normal que se te haya acabado. – pasé un
brazo alrededor de su cuello, aplastando su pelo castaño.
Lauren suspiró, se deshizo
de mi brazo y guardó su cámara en la bolsa. Se peinó con los dedos, nerviosa. Éramos
las últimas para entrar a conocerles. La puerta del camerino se abrió por fin y
un hombre corpulento se asomó por ella. Nos sonrió.
- Ya podéis entrar,
chicas. Tenéis veinte minutos.
Lauren se levantó de un
salto y tiró de mí hacia arriba. Nos reímos y avanzamos hasta atravesar la
puerta.
Y allí estaban esos cinco
chicos perfectos, de pie frente a un sofá, mirándonos con una amplia sonrisa.
DIOS TIIA ERES GENIAL TEQUIERO!
ResponderEliminarCreo que casi me muero, has clavado todas las emociones de las chicas. Me has hecho emocionarme a mí, incluso tengo una sensación en el estómago, como si la que los fuera a conocer fuese yo:0
ResponderEliminar