Capítulo cuatro

Llevaban sudaderas y vaqueros, se habían cambiado tras el concierto.  Era incapaz de avanzar, estaba paralizada.

- ¡Hola! – Harry se nos acercó el primero y abrazó a Lauren, a la que escuché sollozar. – Eh, no llores, sonriendo estás más guapa. – le dijo, mirándola directamente a sus ojos verdes y luego volvió a abrazarla. Definitivamente, sabía cómo tratar a una chica.

Luego vino hacia mí y me abrazó también. Dios, qué perfección. Me soltó y sonrió. Uno a uno se acercaron a nosotras y nos dieron un abrazo como recibimiento. No podía ser más feliz. Se me saltaron las lágrimas al abrazar a Zayn, el último en saludarnos.

- No, no, nada de lágrimas. – lo dijo en voz baja para que sólo yo le oyera. ¿Se podía ser más dulce?

- Eh, eh, un momento, vosotras nos lleváis ventaja, sabéis nuestros nombres. – Niall sonreía – Pero, ¿y los vuestros?

- Yo soy Lauren – seguía sin saber cómo le salía la voz para responder, yo estaba en shock. Mi amiga pareció darse cuenta, y habló por mí. – Y esta es mi mejor amiga, Alison.

- Pues encantados de conoceros – Louis hizo una pequeña reverencia y me reí sin poder evitarlo.

Tomé aire y un poco de consciencia de dónde me encontraba. Les miré y miles de palabras se atropellaron en mi garganta, luchando por salir. Todas esas cosas que siempre había deseado poder decirles, era el momento de hacerlo.

- Sois increíbles – empecé, sin mirar a ninguno de ellos en concreto. – De verdad, sois mis ídolos. Míos y de muchas, muchísimas personas. Ni os imagináis lo felices que nos hacéis con tan solo sonreírnos. – Me atreví a pasear la mirada por entre sus caras y vi que todos me miraban, así que aparté la vista de nuevo. – Gracias. Sois los que nos hacéis sonreír cada día, gracias por todo el tiempo que nos dedicáis – noté como la sangre se agolpaba en mis mejillas y bajé la vista para que no me vieran sonrojarme.

-No, gracias a vosotras. – Liam se acercó un poco a mí y colocó su mano sobre mi hombro. – No seríamos nada si no os tuviéramos.

Los demás asintieron a su comentario. Murmuraron ‘gracias’ y Louis dijo algo como ‘sois las mejores del mundo’. 

- Ay, es que hay que quereros. –  dijo Lauren, sonriendo. – Oye, saca la cámara, anda.

Me reí y rebusqué en mi bolso. Comenzamos a hacernos fotos, individuales y luego los siete juntos. Lauren me arrancó la cámara para verlas cuando dimos por finalizada la sesión fotográfica.

-Niall, no vale, has puesto caras raras en la que te has hecho conmigo – le reprochó mi amiga.

El irlandés se rió, y se situó al lado de Lauren para repetirlas. Harry hizo los honores y escuché como se reían mientras paseaba mi mirada por el camerino. Había varios sillones, un sofá en el que los chicos estaban sentados y justo a mi lado, una mesa. Me giré hacia ella, dando la espalda a los demás y vi varios folios, púas de guitarra y una BlackBerry negra. ¿De cuál de ello sería? Pulsé el botón central y sonreí al ver que el fondo de pantalla era una foto de ellos cinco. La cogí y me volví con intención de averiguar a quién pertenecía, pero ninguno miraba hacia mí. Todos escuchaban a Lauren, que contaba cómo habíamos conseguido las entradas para verles. Nadie me prestaba atención. Una idea estúpida pasó por mi mente. Pero ¿y si funcionaba? Era ahora o nunca. Volví a pulsar el botón central y la tecla de desbloqueo. No tenía contraseña. Esto debía ser un milagro. Marqué mi número y llamé. A los pocos segundos, noté cómo mi móvil vibraba en mi bolsillo del pantalón, así que colgué. Fui al registro de llamadas de aquella BlackBerry, selecciné mi número e hice click en ‘añadir a contactos’. Escribí mi nombre, pero en seguida lo borré. ¿A cuántas ‘Alison’ podían conocer? Tenía que escribir algo para que me llamaran, algo que les llamara la atención. De repente, lo tuve claro. Sonreí mientras lo escribía y dejé escapar una pequeña risa mientras imaginaba sus caras al leerlo. Un último click para guardar… Solté el móvil sobre la mesa y me acerqué al sofá con los demás. Lauren acababa de terminar la historia y ellos le decían la suerte que habíamos tenido. Creí escuchar que Niall decía ‘es el destino’ pero nadie más le escuchó, así que creí que me lo había imaginado.

- ¡Alison, saca el disco, que nos lo firmen! – me urgió Lauren.

- Eso, y ¿nos podéis firmar también la pancarta? – se la di a Zayn, que fue el primero en extender la mano.

-Me gusta mucho – firmó en un lado y la pasó a Louis. – De verdad, está genial.

Firmaron nuestras camisetas y mi amiga le dio un papel con nuestros twitters. Me dolían las mandíbulas de tanto sonreír. Lauren pidió un último abrazo, pero se le atropellaron las palabras con los nervios.

-No te pongas nerviosa – Niall rió y la rodeó con sus brazos.

Harry se acercó a mí y me abrazó. Compuso una sonrisa torcida, de esas que me perdían y me soltó. Liam fue el siguiente, Louis vino después y me levantó del suelo con su abrazo, provocando mis risas de nuevo. ¿Era todo aquello real? Abracé a Niall y alboroté un poco su pelo. Zayn volvía a ser el último. Estiró sus brazos hacia mí y me refugié en ellos.

-Gracias. – susurré, sintiendo que las lágrimas volvían a mis ojos. Zayn se dio cuenta y me acarició el pelo.

- No tienes que darlas. – noté el roce de sus labios contra mi frente. Duró apenas un segundo, pero fue un segundo perfecto.

- Adiós, chicos. – Lauren acabó de abrazar a Harry. – El concierto ha sido casi tan increíble como vosotros. Seguid haciéndonos felices.

Nos miraron con sus cinco perfectas sonrisas. El mismo manager de antes nos acompañó a la puerta de salida. Me giré justo antes de que se cerrara y vi la mano de Zayn levantándose para despedirnos.

No podría olvidar fácilmente aquella noche. Me encogí de hombros. De todas formas, tampoco pensaba hacerlo.