Capítulo diez

Nueve de la noche, sentados en una mesa del Friday’s.

- ¡Ya no puedo comer más! – Lauren retiró el palto de delante suya y se echó hacia atrás en el asiento, frotándose la barriga. – Estoy llenísima.

- ¿Qué hora es? – Louis cogió el brazo de Eleanor para mirar la hora. - ¡Las nueve y media! ¿Qué os apetece hacer?

- Podemos ir a bailar. – Danielle sonrió a Liam, que asintió con la cabeza a su propuesta.

- A mí me parece bien. ¿A vosotros? – Zayn nos miró a todos.

- Yo voy, yo voy – dije, y él me sonrió, apretándome un poco la mano que me había cogido hacía un rato.

- Y yo – nuestro guapísimo irlandés sonrió, aun acabándose su plato de comida.

- Pues si va Niall, yo no. – Lauren le despeinó el pelo rubio mientras lo decía y comenzaron a pelearse de nuevo.

- Vale, vale, haya paz. Repartiros en los coches, cuatro en cada – nos dijo Liam, poniéndose en pie.

- Esperad, tenemos que pagar. – recordé.

- Tranquila, ya está todo pagado. – Louis me sonrió y Lauren y yo le miramos, sin entender.

- Lo pagué cuando fui al servicio. – nos confesó, riéndose.

- ¡Típico! – se rió Zayn, poniéndose también en pie.

- Qué caballeroso, Lou. – Eleanor le cogió la mano y salimos del restaurante.

Tras un rato caminando, me solté un momento de Zayn y me acerqué a Lauren, que tecleaba en su teléfono sin parar.

- Lauren, escúchame, estoy preocupada.

- ¿Por Sophie? – guardó el móvil y me miró, seria. – Ya, yo también. Era la que más ganas tenía de venir, no tiene sentido que se haya ido la primera.

- Creo que pasa algo. Cuando se fue a hablar por teléfono, me pareció ver que lloraba.

- ¿Y por qué no la seguiste? –me reprochó mi amiga.

- Porque, bueno, no estaba segura de fuera así  y además Zayn me estaba hablando y… - intenté excusarme, sin conseguirlo. Cambié la dirección de la pregunta, poniéndome a la defensiva - ¿Por qué nola seguiste tú, eh?

Lauren se ruborizó casi al instante. Ella estaba peleándose con Niall, o quizá era una reconciliación, no lo sé. Harry tampoco había vuelto. De repente sonreí. Sophie se había ido con Harry. ¿Y si…? Pero no, mi amiga no era de esas. Supuse que habían dicho la verdad y él simplemente la había acompañado a casa.

Me encogí de hombros y tras asentir a la afirmación de mi amiga de que seuro que Sophie estaba bien, escudriñé la calle en busca de los chicos. Qué rápido andaban. Corrí para alcanzar de nuevo a Zayn, que me rodeó la cintura con un brazo. Me sonrojé y agradecí que no hubiera farolas alumbrándome en ese momento.

Tras un corto trayecto en coche, llegamos a un bonito pub irlandés. La música era buena y pronto comencé a bailar con Louis, que se situó en el centro de la pista. Lauren fue a la barra con Niall y la vi reírse con sus bromas. O a lo mejor no bromeaban. Lo que sí era seguro era que esa sonrisa no se la dibujaba cualquiera.

Todos seguían bailando. Danielle se movía genial y Liam sonreía al verla. Me acerqué a ellos y entablé conversación rápido. Pronto se nos unieron los demás y nos sentamos todos en unos cómodos sillones blancos.

- En realidad va siendo hora de que volvamos a casa. – dije, tras uno de los chistes de Louis, mirando a Lauren.

- Jo, ¿ya? – me hizo pucheros, como si de una niña quejándose a su madre se tratara.

- Tan sólo son las... – Liam hizo una pausa para mirar su reloj. - …las diez en punto.

Lauren se levantó, preocupada de repente. Era sábado, sí, pero era realmente tarde, teniendo en cuenta que su madre pensaba que íbamos a volver sobre las ocho y media. 

Nos despedimos de todos y Zayn se ofreció a llevarnos. Niall también vino ‘para que luego él no tenga que volver solo’, dijo, pero yo sabía que lo hacía para estar con Lauren.

Me dejaron primero en mi casa y mi amiga prometió traerme mis cosas al día siguiente. Zayn se bajó del coche y me acompañó a la puerta.

- Ha sido una noche realmente increíble- dije, con toda sinceridad.

- Me alegro de que lo hayas pasado bien, Alison. – sonrió, con su preciosa sonrisa, y me di cuenta de lo mucho que me gustaba, de lo mucho que me había gustado siempre y de lo cerca que lo tenía en ese momento.

- Lo habría pasado bien de cualquier forma mientras hubiera estado contigo – sonreí al decirlo, intentando ocultar el rojo de mis mejillas e introduciendo la llave en la cerradura.

Zayn seguía sonriéndome. Estábamos a menos de diez centímetros. No sé si fue la hora, la emoción del día vivido, lo mucho que me gustaba o todo a la vez, pero el caso es que me acerqué a él y rocé mis labios con los suyos durante apenas dos segundos. Terminé de girar la llave de mi casa, aun de espaldas y abrí, retirándome de él.

- Hasta otra. – le dije, justo antes de entrar y cerrar la puerta.

En ese mismo momento, en la habitación de Kurt.

Seguía sentada en la alfombra de la habitación de Kurt, con mi cabeza a poyada sobre su regazo.  Había escuchado mi historia, y había sido tan buen público como Harry. Esta vez me resultó mucho más fácil contarla, puesto que era la segunda vez y sabía cómo dirigir la historia.

- No sé que decir – me dijo, interrumpiendo mis pensamientos. – Algo ya me imaginaba cuando pediste trabajo en mi tienda, pero no quise preguntar, por si la cagaba.

Me reí y me incorporé, sentándome a su lado, colocando mi espalda sobre la pared celeste.

- Gracias a ti por escucharme. – le dije, de corazón. Al ver que me abría la puerta él, al que más le debía, sentí que tenía que contárselo, que le debía una explicación.

- Eh, los amigos estamos para eso, ¿no? – me sonrío con su preciosa sonrisa torcida y me rodeó los hombros con el brazo. – Me tienes aquí, y lo sabes.

- Es que has estado ahí sin saber nada. Me diste tu ayuda sin preguntar. – Tragué saliva. Qué mal me expresaba. – Eres increíble, Kurt, de verdad.

- Sh… - me chistó, colocando un dedo sobre mis labios. Fui a rechistar, porque quería que aceptara mis gracias, pero descubrí que me mandaba a callar para escuchar las voces que sonaban en la puerta.

Me incorporé, despacio, con él a mi lado. Era la voz de Lauren. Se reía. Nos acercamos a la puerta sin hacer ruido. Nos pegamos a ella y Kurt comenzó a mirar por la mirilla de la puerta. Aguanté la risa. Parecíamos críos espiándoles. Me concentré en la voz de mi amiga y en la de aquel que la acompañaba a la puerta. ¿Era…? Imposible. ¡Pero sí que era su voz! Me tapé la boca reprimiendo un grito y puse todo mi empeño en escuchar esa conversación.

- ¡Para ya, Nialler, es tarde, vas a despertarles! – escuché que decía Lauren entre carcajadas.

- Eres tú, tienes una risa muy estridente. – escuché que le respondía.

- Idiota. – resopló ella. – Y, ¿piensa el señorito devolverme mi teléfono?

- No hasta que no me dejes guardar mi número. – le dijo Niall.

- Está bien – aceptó. Aparté a Kurt de la mirilla y me asomé yo. Mi amiga volvía a tener una sonrisa tonta dibujada en la cara, pero cuando Niall le devolvió el móvil, se hizo la enfadada.

- Oye, venga, no me mires mal. – se colocó a su lado y pasó las manos alrededor de su cintura.

Quizá debería dejar de mirar. A mí no me gustaría que me observaran. Pero se los veía tan lindos… Volví a situar mi ojo en el agujerito de la puerta, ‘ mejor pedir perdón que pedir permiso.’

Al otro lado de la puerta

- No te miro mal, esta es mi cara de siempre – le dije, aceptando de buena gana su abrazo.

- No, no. Cuando sonríes estás infinitamente más guapa.

- Bobadas. – bajé la mirada, sonrojada. Qué forma más preciosa de hacerme sonreír.

- Bueno, princesa, buenas noches. – me levantó la barbilla y me miró fijamente. Juro que podría haberme quedado horas perdiéndome en el azul de sus ojos, pero no fue así. Sonreí.

- Buenas noches, Nialler. – besé su mejilla y me retiré, introduciendo las llaves en la cerradura de mi casa. – Nos vemos pronto. – y sin más, entré en casa y cerré.

Me habría gustado sentarme allí mismo a recordar la noche tan preciosa que había vivido, pero mi hermano y Sophie me miraban, uno sonriendo y otra pidiendo una explicación con la mirada. Me crucé de brazos, delante suya, aunque sin ser capaz de enfadarme de verdad.

- ¿Nos os han enseñado que está mal escuchar conversaciones ajenas?